Ya No
Una carta muy sincera
No te puedo ver a los ojos, y me gustaría que me doliera, pero no es así.
No volvería a sentir amor por alguien que vende su dignidad por un par de centavos.
Todo inicia sin que los esperemos, y de igual forma, logra terminar.
No confundas jamás mi amabilidad con el vacío que emana de aquellos a los que tú respetas.
Escribirte algunas palabras es como darles rosas a los cerdos, pero igual lo hago.
Tal vez estas palabras, al final del camino, sean lo único que recibas de mí.
No me gusta que me violenten, ¿a quién le gustaría algo así? ¿A alguien de tu familia sí?
No te excuses con que fue un juego, porque siempre supiste muy bien lo que estabas haciendo.
Quédate con quien te compre tu dignidad, que por lo visto, se vende barata.
Pero a mí, jamás me pudiste comprar, porque valoro mi libertad.
Valoro el saberme libre para amar a quien yo quiera, sin depender de la aceptación de nadie.
No se necesitan idolos para poder respirar en la tierra. ¿Lo sabes?
Lo que se rompe, se rompe, y no hay forma de volverlo a unir.