Una Hora
Una hora se le escapó entre las yemas de los dedos. Entre sus brazos, había encontrado pruebas de la existencia de lo infinito. Cerró los ojos y simplemente se dejó llevar; beso a beso, caricia a caricia.Alicia jamás se imaginó llegando tan lejos con el chico que había conocido en una sala de chat de la red. Y sin embargo, allí estaban los dos, cuerpo a cuerpo, sin otras cosa entre ellos más que las sábanas blancas de la habitación de hotel.
No fué un encuentro digno de una película romántica, con champagne y miles de cursilerías. No hubieron palabras cargadas de melcochas ni promesas vacías hechas bajo la luz de la luna. Ambos sencillamente se entregaron a una pasión que tenía mucho tiempo generándose en sus pechos.
Beso a beso, mordida a mordida. Él no podía ocultar lo que le generaba estar expuesto, y al mismo tiempo, en control aparente de una mujer como las que movía sus caderas enfrente de él.
Tal vez Alicia no parecía precisamente el tipo de chica que tiene un perfil de redes sociales con millones de likes, y eso, en un momento así, no podía importar menos.
Una hora bastó para que a ambos se les olvidara por un rato todo lo que llevaban cargando sobre sus hombros desde hacía ya tiempo.