La Lucidez de la noche
La noche trajo toda la verdad.
Era una cálida noche de verano en el viejo terruño. Marcy había salido a caminar por un rato para olvidarse por un rato del dolor que llevaba tiempo aquejándola.
Sus pasos la llevaron hacia un parque oscuro y silencioso, donde las luces de la ciudad se desvanecían y solo quedaba la serenidad de la noche.
Sin saber cómo, Marcy se encontró frente a una fuente de agua tranquila y se sentó en uno de los bancos cercanos. Miró hacia arriba y contempló el cielo estrellado, sintiendo cómo la oscuridad le envolvía, dándole espacio para reflexionar.
Fue en ese momento de quietud que la lucidez de la noche la abrazó. Las estrellas parecían susurrarle secretos ancestrales, revelando verdades ocultas en su interior. Marcy cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones que fluían a través de su cuerpo.
En la penumbra, sus pensamientos tomaron forma y se desenredaron como hilos de una telaraña. Comenzó a comprender que el dolor que cargaba no era más que un recordatorio de su propia resistencia al cambio, a soltar las amarras que le ataban al pasado.
La noche le mostró la importancia de abrazar la vulnerabilidad y permitirse sentir cada emoción sin miedo. La tristeza, el miedo, el amor, todo formaba parte de su experiencia humana y merecía ser reconocido y aceptado.
Marcy comprendió que el pasado ya no podía definirla y que era en el presente donde residía su verdadero poder. La lucidez de la noche le mostró que podía elegir cómo enfrentar los desafíos, cómo abrazar la alegría y cómo permitirse ser auténtica y plena.
En ese momento, las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas, pero ya no eran lágrimas de dolor, sino lágrimas de liberación y renovación. Las estrellas parecían brillar aún más intensamente, como si celebraran su despertar.
Marcy se levantó del banco y caminó de regreso a casa, llevando consigo la lucidez de la noche. Sabía que había encontrado un regalo precioso en medio de la oscuridad, una comprensión profunda de sí misma y de su capacidad para enfrentar la vida con valentía.
A partir de esa noche, Marcy decidió abrazar cada momento con gratitud y apertura. Reconoció que la lucidez no solo se encontraba en los momentos de oscuridad, sino también en las pequeñas alegrías y en la belleza cotidiana que la rodeaba.
La noche le había mostrado el camino hacia la autenticidad y la plenitud. Ahora, cada paso que daba era guiado por la luz interior que había encontrado en la lucidez de la noche.
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